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16 de agosto/ DIA DEL NACIMIENTO DE SAN JUAN BOSCO/ Un texto sobre José Koltun

16.08.2016 06:39

EL PASTOR QUE NUNCA SE OLVIDABA DE SUS OVEJAS

Lo conocí cuando se acercó a mi casa en uno de los momentos más tristes de mi vida: la segunda pérdida de un hijo. Él se presentó, me tomó las manos y me puso una Biblia dedicada para mí y mi marido Andrés, con un texto para que lo leyéramos cada vez que lo necesitáramos. Esas palabras nos llenaron el alma y el corazón por el inmenso dolor que teníamos.

Después empezó a conversar con nosotros y sus hermosas palabras siempre están en mis pensamientos, igualmente que el texto que nos dedicó, que lo sigo leyendo y lo leeré mientras viva.

El padre José, con quien tuvimos desde ese día una gran amistad, siempre nos venía a visitar, a tomar mate con mi marido Andrés, sobre nuestra vida y sobre Polonia, ya que sus queridos padres eran polacos. Nos contaba sobre ellos y sus hermanos; era muy lindo escucharlo hablar con tanto amor de sus seres queridos.

 

También compartí con él un hermoso día de mi vida, cuando nació mi hijo Cristian Gabriel. Él había concurrido al hospital a visitar a los enfermos, como siempre lo hacía. Yo fui a controlarme, porque tenía fuertes dolores de parto, y quedé internada. Realmente tenía mucho miedo, por la triste experiencia de haber perdido dos bebés. Apareció el padre José, me empezó a hablar y me fui calmando. Me tomó las manos y me dijo: quedate tranquila, vos sos muy creyente, y agregó que todo iba a salir bien, que Dios nunca abandona a sus hijos.

Fui a la sala de partos. Él se quedó afuera esperando el nacimiento de mi hijo; no se fue hasta que la enfermera Susana lo puso en sus brazos, y esperó hasta que fui a mi habitación. Cuando llegué, él lo puso en la cunita, nos dio su bendición y me dejó. "Ahora tomo la bicicleta... voy a ir hasta el trabajo de Andrés a avisarle que nació su hijo", dijo al despedirse.

 

Otros hermosos momentos fueron los que compartieron mis cuatro hijos, que eran pequeños en ese tiempo. Fue en el centro comunitario que lleva su nombre. Ellos fueron muy felices; contaban los días para ir a compartir con todos los chicos que iban a divertirse con los juegos que organizaban los coordinadores, Martín Llanca y Carmencita, los ricos panes con dulce de leche y las meriendas que les preparaban. Mis hijos ya son grandes y siempre tienen la esperanza de llevar a sus hijos a jugar y compartir días hermosos en ese centro que lleva el nombre de José Koltun.

 

Desde lo más profundo de mi corazón y el de todos mis seres queridos el mejor de los recuerdos para el padre José, que sabemos que está junto a Dios.

 

Haydée Huentelicán

del libro JOSE KOLTUN, JORNALERO DE DIOS EN ALPARGATAS

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