MARCELA ROBLES RECUERDA EL TRAGICO ACCIDENTE DE 1998

Una mañana hermosa, de un 15 de febrero como hoy, parecía arrancar con un lindo paseo de hermanas hasta la gruta, fue la ultima mañana que me levanté sola de mi cama, fue la ultima mañana que ella se levantó.
Fue un final de una vida y el comienzo de otra.
Hoy no es una conmemoración para mi, porque cada día a partir de allí, vivo las secuelas que dejó, vivo la ausencia de su mirada, la lucha de una familia por coexistir con esa falta y ese nuevo empezar con obstáculos y desafíos que nunca imaginé enfrentar.
Ese día está presente como hace 19 años atrás.
Ojala tengamos la capacidad de aprender de las malas experiencias, para hacernos fuertes en las batallas propias, para valorar la vida, el instante que no vuelve, la paz de la que somos dueños y dejamos escapar muchas veces por ciegos, por no ver mas allá, somos capaces de hacer el bien o el mal, somos inmensamente grandes, dando un abrazo y extremadamente pequeños si miramos sólo nuestro andar, sin ver los tropiezos, sin ver que al lado alguien se anuda a nuestras acciones todo el tiempo, desde que dejamos el auto estacionado en una rampa que una persona no pudo usar, hasta que frenamos para ceder el paso un segundo, pero haciendo sentir al otro que existe para mi.
Yo hablo desde mi experiencia porque es desde donde puedo, y doy gracias a todos los que cada día me hacen dar cuenta que ese 15 de febrero no fue en vano. .
Ella siempre presente en mi corazón. . .

Marcela Robles