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ANIVERSARIOS/ UN DIA COMO HOY NAUFRAGABA Y FALLECIA EL DOCTOR CARLOS RAUL FERNANDEZ

28.12.2016 07:59

El drama de Puerto Deseado

A un mes de la fecha en que acaeció el dramático episodio de Península Barrancas, en la ría del Deseado, perduran con la fuerte impresión del primer momento el estupor y la congoj
a que se apoderaron del vecindario de Puerto Deseado ante la repentina como inesperada y lamentable desaparición del doctor Carlos R. Fernández, sepultado en las aguas y sin que sus despojos hayan sido recuperados todavía.
Es que la víctima de este infortunado accidente era una personalidad de notoria y cristalina actuación en esa localidad, pues aun no queriendo ser otra cosa que el médico de sus semejantes, su personalidad rebasaba el marco profesional, obligándolo a desplazarse hacia otros órdenes de actividades impuestas por la convivencia. Así fue funcionario público ejemplar, aplaudido y sin adversarios; hombre, de sanos consejos; dirigente de varias entidades y, en el terreno de la intimidad, padre y esposo de amable hogar. Reunía las virtudes que califican al buen vecino. Era cordial, generoso, bienintencionado, progresista. 8in duda su memoria no languidecerá en el recuerdo de un vecindario al que todavía no se le hace cierto que la tre¬menda desgracia haya ocurrido.
El suceso que tanto ha conmovido sucedió el 28 de diciembre, cuando el doctor Carlos R. Fernández, con un núcleo de amigos, decidió cruzar la ría en la lancha a motor "Deseado" hasta Puerto Jenkins, impidiéndolo la fuerte corriente en contra. Regresó la embarcación y, para desembarcar, trasbordaron a otra de menores dimensiones, que los dejaría en el mue¬lle, pero este bote, excedido en carga por el peso de seis personas, no pudo ser debidamente gobernado, derivando hacia los acantilados de Península Barrancas, donde naufragó. Sus ocupan¬tes: Pedro Jenkins, Oscar Casanova, Wenceslao Malmoria, Demetrio Argirópulos, Celso Fernández y doctor Carlos R. Fernández, cayeron al agua. Los cinco primeros lograron salvarse trepando la costa, que por su abrupta escarpadura es difícil de ascender, pe¬ro el doctor Fernández desapareció de la superficie a pesar de la ayuda que le prestaron sus acompañantes, en desesperado intento por extraerlo del agua.
A partir de ese momento la búsqueda ha sido incesante, sin pausa, y así continúa y continuará. El cuter "Enosis" con el capitán Giri al timón; otras embarcaciones menores; los aviones del Aero Club local; personas que a diario recorren las orillas inspeccionando las anfractuosidades costeras; buzos que van a hurgar las misteriosas profundidades de la ría. Nadie admite que las aguas traicioneras, tras haber devorado una vi¬da útil, ejemplar y querida, retenga el cuerpo para siempre. Y sin duda este amoroso empecinamiento de la búsqueda ha de dar como resultado, pronto o después, que el infortunado doctor Fernández reciba cristiana sepultura en el cementerio del pueblo que tanto amó y donde iba dejado bella memoria de su vida.

texto publicado en los medios locales, compartido por Violeta Martìnez, Archivo Histórico Municipal

 

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